Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


29 de agosto de 2011

LA BUSQUEDA DE LA IDENTIDAD


Por Douglas Weaver

Un fenómeno que consistentemente ocurre en aquellos que empiezan su viaje con Dios al salir fuera del campamento, es el sentido de pérdida de identidad. Puede ser muy desconcertante al comienzo mientras Dios sistemáticamente remueve las marcas religiosas que una vez nos dieron un sentido de pertenencia, y ahora nos quedamos sin nada para reemplazar esa pérdida, o eso es lo que parece.

Siempre hay preguntas tales como. “¿Y donde encajo yo en esto?” o “¿Cómo ejerzo mis dones?”. Para aquellos de ustedes que están leyendo este articulo y que han experimentado o están experimentando este fenómeno, reciban consuelo sabiendo que no están solos.

Es natural debido al proceso de estar siendo separados de un sistema religioso basado en la reforma de Adán y determinado por un cambio de mente y estilo de vida, en vez de un intercambio de fuente de vida.

Por el periodo de tiempo durante el cual hemos vagado por ese desierto llamado Cristianismo moderno, quiénes éramos, estaba definido por la actividad y los logros. Títulos, llamados y visiones vinieron a ser la expresión de nuestra búsqueda de Dios.
Nuestra fuente de vida no estaba siendo encontrada en Cristo, sino en la noble aspiración de algo llamado “propósito”.

Entonces se percibe inmediatamente la necesidad de reestablecer un sentido de identidad. Una identidad la cual está centrada alrededor de nuestro nuevo o “reformado” sistema.
Un nuevo campamento fuera del campamento del cual Dios nuevamente va a llamar al pueblo a salir.
Una nueva manifestación de religión cristiana que tiene el mismo elemento común fundamental del miedo, el Miedo a perder la identidad de uno.
¿Entonces como uno redescubre su identidad? Es muy simple: usted debe morir. No me refiero al ideal pedante “morir a uno mismo” propagado en mensajes que le alientan a ceder ante un hermano cuando deciden qué película ver.

Mas bien es la muerte de la que Pablo está hablando en Filipenses cuando habla de conocer a Cristo y el poder de su resurrección, la participación de sus sufrimientos, llegando a ser semejante a él en sus padecimientos.

Verá usted, cuando Dios lo llama fuera del campamento la primera etapa del viaje lo conduce al Monte Moriah. El lugar donde todo lo que usted ha hecho nacer debe morir, aun si es la promesa de Dios. Su ministerio, su visión, su identidad, su seguridad; de hecho lo-que-sea que haya sido ganancia para usted.

Cada elemento generado por su misma persona que define su acceso o posición en Dios, debe ser tenido como pérdida para que usted pueda ganar a Cristo. Y ser hallado justo en él; Porque Jesús dijo que si usted quiere hallar su vida, primero debe perderla.

Usted ve que Jesús no le ha sacado fuera del campamento para reformarlo, revivirlo, renovarlo, o restaurarlo; más bien para matarlo.


O mejor dicho, él lo está sacando a una más profunda aplicación de Su cruz para que una mayor manifestación de Su persona pueda ser expresada a través suyo. Porque es solo Su vida la que importa.

Ahora, vamos a examinar tres porciones de las cartas de Pablo comenzando por Filipenses 3:7-14.

7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Preste mucha atención a la segunda parte del v.12: “…sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” Es claro que Pablo entendía que él fue asido por Cristo para un propósito específico, y él está diligentemente persiguiendo ese propósito. De hecho, en el v.14 lo llama “…el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. ¿Entonces cual es propósito, la meta, el premio? Nos dice en el v.11 “…si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos”. Y eso, hermanos, es un asunto de gran importancia.

Primero vamos a establecer que toda la humanidad va a resucitar de entre los muertos. Algunos para un castigo eterno y otros para una vida eterna. ¿Entonces qué quiere decir Pablo cuando él sugiere que la resurrección es algo a ser obtenido?
Le digo a usted que Pablo no está hablando de una resurrección del cuerpo depues de la muerte, sino de caminar en la realidad de una resurrección antes de nuestra muerte física.

Como W. E. Vine dice: “No la resurrección física asegurada a todos los creyentes, sino la identificación en la vida presente con Cristo en su resurrección”.
Pero la clave que generalmente es evitada se encuentra en el v.10: “…a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”.

Muchos desean caminar en el poder de su resurrección, pero pocos aceptan la participación de sus sufrimientos, dejando de lado el ser semejante a él en su muerte.

De hecho, el evangelio moderno sugeriría que el poder de la resurrección puede ser obtenido casi por esto; porque “Jesús murió por eso, para que ya no tengan que morir por eso”. Nada puede ser más ajeno a la verdad.

Aun en Hebreos se nos dice: “…que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. Lo que Jesús hizo fue proveer para nosotros una muerte que fue pura, con la cual podamos identificarnos a través de la fe de él y debido a eso contraer su justicia en vez de la nuestra.

O como dijo Pablo en el v.9: “…y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”. Y con el fin de caminar en este camino debemos estar dispuestos a sufrir la pérdida de cualquier cosa que para nosotros era ganancia.

Así que vemos que primero que todo nuestra identidad Adámica debe ser terminada. Debe ser presentada muerta por la cruz. Y no solo nuestras “malas” cualidades, aun más importantes las “buenas”. Porque nada pervierte y distrae más el propósito de Dios que nuestros bien intencionados, nobles, y temerosos intentos de seguir a Jesús.

Muchos han encontrado su identidad en ser un Pastor, misionero, intercesor o cualquier otra actividad. Y haciendo esto nunca han sido asidos en aquello para lo que fueron asidos por Cristo. Están perdidos en el desierto del “Servicio Cristiano”, habiendo pasado de lado la cruz a la que fueron llamados.

Como dijo Pablo en el v.18: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo… que sólo piensan en lo terrenal”.

Como dijo un hermano: “El grado con el que usted es beneficiado en Babilonia es directamente proporcional al dolor de salir fuera de ella”.

Ahora que la temporada ha pasado, Dios misericordiosamente nos ha impulsado a muchos de nosotros de vuelta al viaje de asirnos a Cristo. Aquellos que rehusaron salir están más profundamente atrincherados que nunca, habiendo rechazado el poder de la muerte de la cruz.

Si usted anhela caminar en el poder de su resurrección, usted debe primeramente ser semejante a el en su muerte. Recuerde que nuestro Señor Jesús fue despojado de su identidad y tomó la forma de siervo.

El fue abandonado por Dios mientras estaba en la cruz y se le dejó hasta morir. Mas que ningún otro, Jesús caminó por fe. Creyendo que Dios le resucitaría de acuerdo a la promesa, se sometió él mismo a la muerte para poder obtener la resurrección de los muertos.

Ahora él es un cuerpo glorificado como también lo seremos nosotros algún día porque él “…transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya…”.
Pero por ahora podemos caminar en la realidad de su resurrección, siendo transformados a su imagen, que es su propósito al asirnos a el en primer lugar.

Ahora veamos Colosenses 3:1-4: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.

Es aquí donde encontramos paz y descanso con respecto a la pérdida de la identidad. Habiendo venido a la cruz y siendo semejantes a su muerte, tocamos la realidad de su resurrección.

En su resurrección tocamos su vida porque él ha venido a ser nuestra vida debido a que estamos muertos. Y cuando Cristo, que es nuestra vida, se manifieste a través de nosotros, entonces se manifestará quienes somos realmente.
Nuestra verdadera identidad, nuestra exclusiva expresión en la tierra, solo se encuentra cuando Cristo se revela a través de nosotros.

Porque si bien él ha buscado matarnos por medio de su cruz, el nos ha resucitado a vida nueva de manera que podamos expresar a través de nuestra humanidad una exclusiva manifestación de su persona.

De hecho, es para este mismo propósito que fuimos asidos por Cristo:
Para que podamos, siendo semejantes en su muerte, obtener la realidad del propósito de nuestra creación en su resurrección.
Mis hermanos, este es un gran misterio: Cristo en nosotros es la esperanza de gloria.

Este misterio no puede ser hallado en los “servicios de la iglesia”, evangelismos, alabanza y adoración o en cualquier otro esfuerzo humano. No hay sistema o método por el cual obtenerlo. Ninguna enseñanza o sermón de tres puntos puede iluminar esta verdad.

Abrace "su muerte" para que su vida resucitada pueda manifestarse a través de usted y cuando El sea revelado, entonces y solo entonces usted será revelado con El.

Porque vea usted que él es nuestro destino, nuestro propósito, y nuestra identidad, Buscar otra cosa es errar la meta del premio.

LA BUSQUEDA DE LA IDENTIDAD - Douglas Weaver

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Matthew Henry