Los Israelitas atravesaron el Jordán y se establecieron en la tierra prometida en su último campamento (Campamento No. 42) al final del éxodo, lo cual nos indica simbólicamente la libertad y conquista a la que esta llamada la iglesia al salir de la religión a una vida de libertad, en una relación directa, vital y real con Cristo Jesús; Cristo es símbolo de la tierra prometida y la herencia de los hijos de Dios.

La santidad es la obra del Espíritu Santo en nosotros, separándonos del amor del mundo. La santidad es un cambio de naturaleza desde dentro como resultado de la obra de Dios en nosotros. No es lo que hacemos externamente, sino quienes somos por dentro, lo que importa a Dios.


29 de septiembre de 2012

LA EVOLUCIÓN DE LA IGLESIA


Charles E. Newbold Jr.

 ¿Cómo evolucionó esta Cosa que llamamos iglesia?
Los creyentes del Nuevo Testamento no tenían tal bagaje. Al principio, eran llamados simplemente los seguidores del camino. Se reunían espontáneamente en el templo y en algunas sinagogas durante un tiempo. La mayoría, sin embargo, se reunían por las casas, e iban de casa en casa. Eran atraídos por la Presencia del Señor en medio de ellos.
 
 Los cristianos no tenían edificios de iglesia hasta que Constantino, el gran Emperador de Roma desde el año 306 DC hasta el 337 DC, abrazó el Cristianismo. Su aprobación de la fe creó un clima de libertad para levantar edificios “para la gloria de su Dios”.
 
 Se cree que los primeros edificios cristianos fueron construidos según el patrón de la arquitectura de la basílica romana-arquitectura que estaba firmemente enraizada en las tradiciones del Imperio Romano y no tenía ningún fundamento en la Escritura. Los edificios de iglesia se hicieron mucho más trabajados con las influencias bizantinas, románicas y góticas. El diseño de estas catedrales con frecuencia escondía a los monjes y a los coros de la gente, anticipando la idea de la separación del clero del laicado, que no tiene fundamento en la Escritura.
 
Durante la reforma, los protestantes interrumpieron la construcción de grandes edificios. Los reformadores se contentaban con edificios rectangulares simples. Estaban fundamentalmente interesados en reunir a la gente y tener un lugar donde predicar. Sin embargo, hacia el siglo diecinueve, la arquitectura  de la iglesia protestante se había vuelto detallista, consistiendo en elementos de una variedad de estilos.
 
 El encanto de los edificios de iglesia a lo largo de los siglos ha contribuido a la institucionalización del sistema de la iglesia tal y como lo conocemos.
  
 El Sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr.

¿ES REALMENTE LA DEMOCRACIA EL CAMINO DE DIOS?


 Clayton Sonmore

A causa de nuestra obvia carencia del poder del Pentecostés del Nuevo Testamento, ¿hay en nuestras filas un eslabón perdido más importante para nuestra deficiencia que los hechos presentados hasta ahora en este escrito? Algo vital ha sido removido de nosotros como cuerpos colectivos. Hemos llegado a ser como Sansón que, a causa de su pecado y de su compromiso, perdió la «Unción» y «no sabía que el Espíritu Santo se había apartado de él.»

Sí, creo que hay un eslabón perdido y tiene su asidero, tanto como cualquier otro, en el hecho de que nosotros - como un cuerpo de creyentes - casi hemos llegado a olvidar nuestras bases iniciales de funcionamiento como una Teocracia en la cual los puestos y los «gobiernos» funcionaron mediante el orden Divino. En total y beligerante desafío a las Escrituras, el hombre de hoy ha hecho el cambio por la Democracia (la elección y el gobierno mediante la mayoría) como el modo predominante de gobierno y de determinar la voluntad de Dios en todo asunto.

Hay tanto lavamiento de cerebro en el mundo (del que nosotros no deberíamos ser) con respecto a los méritos de la democracia, que aun el pueblo de Dios - casi en su totalidad - se engaña al creer en la democracia como el modelo ordenado por Dios. En nuestro propio y así llamado Estado democrático o gobierno Federal, es casi imposible que el hombre escogido por Dios sea elegido o aun que sea candidato, excepto por una casi inexistente intervención Divina.

Declaro sin reservas que la Democracia (el gobierno por el hom­bre) no es de Dios. La Palabra también confirma que solamente la Teocracia (el gobierno por Dios) y los principios teocráticos son de Dios, y que la Democracia y los principios democráticos son de la Carne.

Las últimas palabras de Jesús antes de la ascensión fueron instruc­ciones para los discípulos: «Mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de potencia de lo alto» (Lucas 24:49). Aun con tal exhortación, el único hecho o acción entre la ascensión y la efusión del Espíritu, fue un pecado, al ignorar este mandamiento de «esperar al Espíritu Santo» antes de hacer cual­quier cosa. Este simple acto de desobediencia fue el deseo carnal de los discípulos de escoger a Matías para remplazar a Judas por medio de la democracia. Que ellos sólo hubieran esperado, obedeciendo el mandato del Señor, habría sido subsecuente a la «unción» en el Aposento Alto, y en el horario de Dios y a la manera de Dios, en la más alta voluntad de Dios, y/o en la hora de Dios.

Sin embargo, Matías podría haber sido el escogido de Dios, pero estoy seguro de que este nombramiento habría sido por los medios teocráticos (el nombramiento por Dios). El echar suertes fue un modelo del Antiguo Testamento, pero jamás leemos sobre este procedimiento después del Aposento Alto.

PUEDE SER LA PROPIEDAD NUESTRA FUENTE DE PROBLEMAS?


Davis y Clark

Hay una curiosa observación hecha sobre la iglesia temprana respecto de la propiedad y el poder que un día tuvo. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” (Hechos 2:42-47) “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común” (Hechos 4:32) La comunidad creyente del primer siglo vivía por el Espíritu, los valores del reino y las palabras de Jesús. “Vended vuestras posesiones…”

Jesús dejó todo lo que tenía, Su negocio y Su familia para dedicarse a los negocios de Su Padre. Dejó todos los privilegios y todas las posesiones.

Cuando le preguntaban dónde paraba, les respondía: las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reposar Su cabeza”. Jesús fue un sin-techo. (Mateo 8:20).

Los creyentes eran de un corazón y un alma y por causa de esa unidad, ninguno de ellos se aferraba a sus posesiones. En lugar de eso, las veían como propiedad del cuerpo entero de creyentes y de Dios mismo. Se necesitaba una vigilancia constante para preservar esta economía celestial, protegiéndola de la codicia de Caín. Dios se había tomado esto muy en serio, tan serio que mató una pareja por esta causa (lee Hechos 5:1 -11).

Ananías traía el buen sentido de negocio de Caín a la Iglesia primitiva, y Dios no lo iba a tolerar. Él junto con su esposa, Safira, era pseudo o falso en sus intenciones. Sus actos estaban diseñados para engañar y apartar a otros para creer que lo habían dado todo aunque en realidad habían escondido una parte de oro en su tienda. Como resultado de ellos, cayeron muertos y unos jóvenes vinieron para llevárselos y enterrarlos.

ENTRAR EN EL REPOSO DE DIOS


 Davis y Clark                                                          

Adán tenía una relación establecida con Dios y había estado haciendo cosas maravillosas, sobrehumanas, con Él antes de que Eva fuera creada. Había dado nombre a todos los animales, considerado a cada uno de ellos como una ayuda posible y ¡preparado un jardín del tamaño de Irak! Adán hizo todas estas cosas estando en el reposo del Padre porque nada lo hizo desde su propia carne. Adán vivió completamente en el reposo y provisión de Dios. Descansó en las obras acabadas de Dios que habían sido “consumadas desde antes de la fundación del mundo”. (Hebreos 4:3). Fue después de un tiempo (tal y como lo entendemos nosotros) que fue puesto en un profundo sueño por Dios, y que de su propio cuerpo Dios sacó para él una ayuda idónea digna de él, una esposa para Adán a quién él llamó Eva.

Dios les dio una advertencia que si ignoraban, sometería a la humanidad a un proceso de envejecimiento, corrupción y muerte.

En Génesis leemos:
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” Génesis 2:16-17

De este versículo, Adán Clarke escribe:
Ciertamente morirás. twmt twm moth tamuth; literalmente dice, una muerte morirás. O, muriendo, morirás. No solo morirás espiritualmente, perdiendo la vida de Dios, sino que desde ese instante serás mortal y seguirás estando en un estado de muerte hasta que mueras.

Muriendo morirás—literalmente, “comenzarás a morir hasta que mueras”. El reloj comenzó a marcar las horas en el instante en que Eva tomó el primer bocado del fruto prohibido. ¿Cuánto tiempo supones que Adán habría vivido libre de enfermedad, dolor y muerte antes de que él desobedeciera la advertencia de Dios? Leemos esto como si Dios hubiera hecho a Adán y Eva un día, y al siguiente, paseando por el huerto, se cruzaran con el árbol con la serpiente en él. Fueron convencidos de que el camino de la serpiente era mejor que la vida que Dios les había dado y fueron arrojados del huerto.

LA IGLESIA: LA COSA


Charles E. Newbold Jr.

Éramos pocos en número, sentados cómodamente cara a cara en el salón de la casa de una piadosa pareja. Yo tenía algo que compartir ese miércoles por la noche. Era la primera y más significativa revelación que yo había recibido del Espíritu Santo desde mi conversión, un par de años antes.
  
Titulé la enseñanza La Cosa. Años antes habían hecho una película de terror con ese mismo nombre.  Aseguré a mi audiencia que yo no iba a hablar de eso. Sin embargo, la cosa de la que hablé, era igual de monstruosa. Comencé la enseñanza diciendo, “Eso que llamamos la iglesia no es la iglesia, sino una Cosa.” Con esa enseñanza, comencé mi viaje personal en el descubrimiento de la idolatría de la iglesia y la diferencia entre ella y la verdadera novia de Cristo.
  
Años más tarde, mi esposa y yo vivíamos en el oeste de Tennessee y estábamos esperando dirección del Señor. Mientras estábamos allí,  Él me llevó a comenzar una reunión los domingos por la mañana y a invitar a algunas personas que conocía para que asistieran. Algunos vinieron. Nos reuníamos en el Nombre de Jesús. Cantábamos. Yo compartía las revelaciones y enseñanzas que el Señor me daba; orábamos, nos despedíamos y seguíamos cada uno por nuestro camino. Estábamos bastante unidos unos con otros, y teníamos algún contacto unos con otros durante la semana. Comenzábamos a ser el cuerpo de Cristo unos a otros.
  
Después compramos un edificio, lo renovamos, abrimos las puertas, y tuvimos nuestras reuniones allí. Llamas al edificio “Centro de Enseñanza Cristiano”. Hacía lo que creía que el Señor me decía, y la gente comenzó a asistir.
 
Éramos libres de las pesadas tradiciones de los hombres, formalidades, credos, reglas, normas y programas. Estábamos comprometidos a seguir al Espíritu Santo dondequiera que El escogiera llevarnos. Su presencia era poderosamente sentida en la mayoría de las reuniones en aquellos días de los principios.
  
Insistía en que no éramos una iglesia, que Dios no me había llamado a comenzar una iglesia, y que yo no era el pastor de una iglesia. Trataba de diferenciar entre el edificio, al que habíamos dado un nombre, y aquellos de nosotros que nos reuníamos en ese edificio, y a quienes yo rehusaba dar un nombre. Explicaba que era un centro de enseñanza para el cuerpo de Cristo en esa área. Quizás fue un error, pero teníamos reuniones los domingos por la mañana para aquellos que escogían no ir a ninguna otra parte. Esa reunión del domingo por la mañana se convirtió en el evento principal de la semana.
 

EL DIA DEL SEÑOR, UN DIA DE HAMBRE

 
George Warnock

“He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová” (Amós 8:11).

Dios dijo que quitaría “todo sustento de pan y todo socorro de agua; el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador”(Isaías 3:1-3).

Los seminarios teológicos y las escuelas de entrenamientos religioso estarán vacías. El ministerio no será por más tiempo la aspiración de nuestros jóvenes. Los profetas y los visionarios se avergonzarán de ser llamados uno de los ministros de Dios, o un líder para el pueblo. Se excusarán diciendo, “No tomaré ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo” (Is. 3:7). Está confesando, “lo siento, pero no puedo ayudarte.” ¿Y la razón para esta clase de hambruna? “Porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para irritar los ojos de su majestad.” (v.8).

“Por tanto, de la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos. Y serán avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos; y ellos todos cerrarán sus labios, porque no hay respuesta de Dios.” (Miqueas 3:6-7)

¿Qué clase de profetas son éstos? Los que dicen al pueblo de Dios que todo está bien, que no verán tribulación—que Dios los ama demasiado para ello… la clase de profetas que han descubierto  que el ministerio es una mina de oro financiera cuando dan profecías de paz. Los que profetizan buenas cosas a quienes ponen algo en la boca de los profetas, pero muestran contienda a los que rehúsen. “Al que no les da de comer, proclaman guerra contra él.” (Miq. 3:5). Escucha esto: “Ahora bien, todo aquel que en medio de esta audiencia quiera que pronuncie la bendición del Señor sobre vida, póngase en pie y venga delante con mil dólares, y Dios te dará la bendición de Abraham.” Después la cantidad es reducida, a cambio de una bendición algo más pequeña. “¿Quién traerá quinientos dólares a cambio de la bendición de David?”. O, “¿Quién traerá doscientos… trescientos?” ¡Quizás haya una pequeña bendición disponible al que sólo pueda permitirse un billete de diez dólares! La tragedia es que hay tanta gente crédula en la iglesia a que “así lo quiso”.*

Amados, Dios tiene que enviar una hambruna a la tierra cuando ve abominaciones como éstas. Pero en medio de todo ello, habrá verdaderos profetas del SEÑOR que como Miqueas de antaño, estén “llenos del poder del Espíritu del SEÑOR y de juicio (justicia), para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.” (Miqueas 3:8).

¿Quienes sois? - George Warnock

TU HIJO, MUESTRA LA CASA A LA CASA


Charles E. Newbold Jr.

Este engaño no es nuevo. Los hijos de Israel en Judá y en Samaria estaban ciegos espiritualmente por sus propios corazones de ramera. Rehusaban escuchar las palabras de los profetas para regresar a la adoración de su Dios. Así, Dios esparció a la gente de Samaria a Asiria y más tarde, exilió a Judá a Babilonia.

El profeta Ezequiel había sido llevado con los cautivos de Judá a Babilonia. Tuvo visiones de Dios que le pidieron que compartiera con  los ancianos de Judá “altivos de rostro” y de  “corazón duro”, tanto si le escuchaban como si no. Dios quería que supieran que había habido un profeta en medio de ellos. Ezeq. 2-3.

Veinticinco años más tarde, Dios tomó a Ezequiel mediante una visión, a la tierra de Israel y le mostró a un hombre cuyo aspecto era como de bronce. Este hombre tenía una cuerda de lino y una vara de medir en su mano. Midió todo alrededor del Templo. Midió el ancho y el alto de la pared, las entradas, las habitaciones, y las salas. Después llevó a Ezequiel a la entrada que miraba al oriente, y la gloria del Dios de Israel vino del oriente. “Su voz era como el sonido de muchas aguas; y la tierra brilló con Su gloria.” Ezequiel 43:2. El Espíritu levantó a Ezequiel y le llevó al atrio interior cuando la gloria del Señor llenó el Templo. Ezeq. 43:5.

Después Ezequiel escuchó al Señor hablándole desde fuera de la casa y le dijo que esta casa, el templo, era el lugar de Su trono, el lugar de la planta de sus pies, donde El habitaría en medio de los hijos de Israel para siempre. Sería el lugar donde Su santo Nombre habitaría. Ezeq. 43:7. Dios dijo a Ezequiel que “la casa de Israel no profanaría mas Su santo Nombre con sus fornicaciones; ni ellos, ni con sus reyes, ni con los cuerpos muertos de sus reyes en sus lugares altos”.  Ezeq. 43:6-9.

Después el Señor encargó a Ezequiel que mostrara la condición de la casa del Señor a la casa de Israel, “Tu, Hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados y midan el diseño de ella. Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender el diseño de la casa, su disposición, sus salidas y sus entradas, y todas sus formas, y todas sus descripciones, y todas sus configuraciones, y todas sus leyes; y descríbelo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma y todas sus reglas y las pongan por obra. Esta es la ley de la casa: Sobre la cumbre del monte, el recinto entero, todo en derredor, será santísimo. He aquí que esta es la ley de la casa.” Ezeq. 43:10.12.

22 de septiembre de 2012

« ¡COMO HAN CAÍDO LOS VALIENTES EN MEDIO DEL CAMPO DE BATALLA!»


 
 Clayton Sonmore

«Y dijo Samuel: Siendo pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho cabeza a las tribus de Israel, y el SEÑOR te ha ungido por rey sobre Israel?» (1 Samuel 15:17).

Todo tiene su causa, y hay una razón fundamental para el levanta­miento y para la caída de muchos de los ungidos del Señor. «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1 Corintios 10:12). «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no se pueda compade­cer de nuestras flaquezas; mas fue tentado en todo según nuestra semejanza, PERO SIN PECADO.

Lleguémonos, pues, confiadamen­te al trono de Su gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para la ayuda oportuna» (Hebreos 4:15,16).

Al principio, cuando los hombres acceden a los puestos de servicio, ellos se acercan al trono de Dios para suplicar misericordia y gracia. Dios tiene en cuenta estos seres humildes por medio de la sangre y del sacrificio de Jesucristo y les concede el perdón y la bendición. «Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Salmo 51:17). «Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón; y a los molidos de espíritu salvará» (Salmo 34:18). «Porque los ojos del SEÑOR contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen corazón perfecto para con él» (2 Crónicas 16:9).

La gracia de Dios es Su inmerecido favor hacia el hombre, para aquel en el cual Su misericordia puede tomar igualmente la forma de juicio o de corrección, si nosotros estamos abiertos para recibir­la. La gracia de Dios es el poder de Dios para hacer por nosotros aquello que comprendemos que no podemos hacer por nosotros mismos, si creemos verdaderamente que Dios puede y quiere cambiarnos a Su propia imagen. Si nosotros queremos acatar el llamamiento de Su trompeta, todavía hay tiempo para el juicio con misericordia.

Un hombre - pequeño en sus propios ojos - que suplica misericordia, es ciertamente tierra fértil para los dones de la gracia y de la misericordia de Dios.

Muchos son los caídos entre los ungidos del Señor que, después de haber obedecido y de haber recibido la bendición de Dios, convier­ten a Jesucristo en un ídolo, antes que seguir permitiéndole que Él sea su solo y único Señor. Ellos prefieren idolatrar a Jesús, cantando Sus alabanzas, ayunando y haciendo sacrificios a Su nombre, antes que obedecerle e identificarse con El en un puesto de humildad y de servicio para la humanidad.

Dios también tiene normas y leyes que rigen el éxito de Su administración de Su Reino. Con el fin de proteger Su propio y santo nombre, Él debe corregir, regañar, degradar o hacer cuanto sea necesario para la corrección apropiada. Dios es el primero y el último. El no tolerará que nadie lo ponga en segundo lugar. Él es el Soberano, y exige fidelidad absoluta. Bien se ha dicho que Jesús es el Señor de todo, o no lo es.

21 de septiembre de 2012

¿QUE PASO CON EL EVANGELIO A LOS POBRES?


Davis y Clark

Si vamos a tener poder del Reino para ser ministros de Cristo, nosotros también debemos vencer esta misma tentación. Si no, nunca podremos estar con Jesús y decir, “El Espíritu del SEÑOR está sobre Mí porque Me ha ungido para predicar el evangelio a los pobres, Me ha enviado a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos. A liberar a todos los oprimidos, a proclamar el año agradable del SEÑOR.”

“Anda suelta en la iglesia la extraña noción de que las iglesias sólidas que son independientes no pueden plantarse entre los pobres, al menos no sin unas pesadas subvenciones y liderazgo de iglesias más ricas. Hay verdad en esto—si lo que queremos decir es iglesias modeladas conforme al patrón institucionalizado  tradicional de edificios muy costosos y organización burocrática. Pero si nuestra preocupación es plantar iglesias del Nuevo Testamento, lo mejor será que echemos un segundo vistazo al evangelio del Nuevo Testamento, y lo que dice respecto de los pobres.

” Hoy día, plantar iglesias en realidad trata de ministrar a los ricos solamente. Los que plantan iglesias estudian la demografía de la comunidad para evitar a los pobres y necesitados. Pronto expulsan a las ovejas con problemas reales viéndolas como gente “con un alto costo de mantenimiento”. Hoy, el crecimiento de iglesia y el plantar iglesias trata exclusivamente del éxito material, y la maquinaria de los que plantan iglesias saca poco provecho de estos necesitados. Qué distinto es todo esto del consejo de Santiago, que escribió las siguientes palabras: Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. 2 Porque si en vuestra congregación  entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, 3 y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; 4 ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? 5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? 6 (Santiago 2:1-6)

Nosotros damos honra a los ricos que son pobres en fe y explotamos a los pobres que son ricos en fe.

SUSTITUTO DE JESÚS


Charles E. Newbold Jr.

Cuando predicamos la iglesia, como lo hacemos de forma muy astuta, predicamos por tanto otro evangelio, un falso evangelio. Perpetuamos la mentira. Con frecuencia tenemos mucho celo por evangelizar a la gente hacia nuestras iglesias; sin embargo, nos cuesta guiarlos a negarse a si mismos, tomar su cruz, y seguir a Jesús. Tal mandamiento de parte de Jesús, es un concepto extraño a la mayoría de los cristianos hoy. Si Llevamos a alguien a Cristo, inmediatamente imponemos membresía de iglesia sobre ellos, esperando especialmente que se unan a “nuestra” iglesia.

Personalmente he anhelado tener comunión con otros creyentes que estuvieran dispuestos a ser el cuerpo de Cristo conmigo sin tener que fichar por la esclavitud y jugar según las reglas que proceden de ser miembro de una de estas instituciones. No encuentro satisfacción en pagar mis cuotas a la iglesia solo para saludar y “dar palmaditas” a otros creyentes, mientras todos nos escondemos detrás de fachadas religiosas fingidas.

Si fuera cierto que ir a la iglesia fuera sinónimo de venir a Jesús, entonces tendríamos que preguntar: ¿Qué Jesús es éste? ¿Es el Jesús Bautista? ¿La Iglesia de Jesucristo? ¿El Jesús Metodista? ¿El Jesús Presbiteriano? ¿El Jesús Católico Romano? ¿El Jesús Ortodoxo? ¿El Jesús Protestante? ¿El Jesús Carismático o Pentecostal? ¿El Jesús Independiente? Hay tantos para escoger. La gente sin iglesia mira a esta mezcla de iglesias a las que son invitados a entrar a formar parte, y se preguntan como alguien puede desear ser parte de eso.

Damos nuestros corazones a estas Cosas que llamamos iglesia más que al Señor Jesús.  Son enemigos de Dios porque están tomando su lugar, sustituyendo a lo que es santo, a lo que es Suyo.

 El Sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr.

EL NACER DE NUEVO

                                                                                         
Fernando Torres
 
A veces el SEÑOR se vale de ciertas experiencias para darnos alguna enseñanza, para seguirnos discipulando.

Porque, verdaderamente la disciplina y el discipulado que Él nos da, es el único método infalible. Le va mal al hombre que confía en el hombre, dice un segmento de las Escrituras, y durante mucho tiempo hemos visto el ejemplo de muchos seres humanos que han confiando en los hombres y han tenido terribles desgracias. En esta introducción se quiere compartir una enseñanza que se encuentra en la Carta de san Pablo a los Romanos, capítulo 12.

A diario se escuchan personas que llevan varios años en la vida cristiana, en iglesias o en grupos de oración, o inclusive que todavía pertenecen a la iglesia católica, y pasan por tiempos de angustia, de tristeza, se desaniman, y no entienden qué es lo que Dios quiere con ellos. Esto con frecuencia nos pasa a todos. Sin embargo, el Señor nos permite entender que Él nos dio la capacidad para poder comprender el porqué hay que pasar por estas cosas.

En el colegio se aprende que la mente tiene entendimiento, memoria y voluntad; algunos autores las llaman las potencialidades del alma; y en las Escrituras, cuando se habla de estas habilidades del hombre, se les clasifica como el ‘alma’. Es allí en donde estriban los problemas por los que se atraviesa comúnmente.

La Carta a los Romanos, capítulo 12, dice:

1 ¶“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto.

2 Y no os conforméis a este siglo; mas transformaos por la renovación de vuestra alma, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

Nótese que la referencia inicia hablando de “vuestros cuerpos”, refiriéndose a unos componentes del ser humano. Igualmente, habla de ‘racional culto’; no como el asistir a una reunión en particular, sino que lo relaciona con presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo y agradable a Dios. Habla luego de “vuestra alma”.

16 de septiembre de 2012

LA MENTIRA


Charles E. Newbold Jr.

Esta es la mentira: Se nos ha hecho creer que esta cosa que llamamos iglesia es de Dios y que nuestra membresía y participación en la misma es esencial para nuestro caminar cristiano cuando de hecho, es un sustituto idolátrico de Jesús, y con frecuencia, un estorbo para caminar con Él.

Esta Cosa que llamamos iglesia, tal y como la hemos experimentado, es una extensión idolátrica de nuestros propios egos. Aunque existe como una entidad para sí misma, estamos en ella, y ella esta en nosotros. Es un icono de auto-adoración que ha crecido a partir de las tradiciones de los hombres, y no tiene fundamento en la Escritura. Proclamamos que esta Cosa que llamamos iglesia es el Reino de Dios, cuando en realidad, no tiene nada que ver con el Reino de Dios. Más bien, es la cautividad babilónica de los escogidos de Dios.

Hemos confundido nuestra relación con Cristo fusionándola con esta cosa que llamamos iglesia. Somos llevados a creer que cuando estamos en una relación correcta con ella, estamos en una relación correcta con Cristo, que tenemos que ser miembros de una iglesia para ser salvos o para ser un buen cristiano: que servir a ella es servir a Cristo, que amarla es amar a Cristo, que diezmar para ella, es diezmar para Cristo.

En muchos casos, esta Cosa que llamamos iglesia es como una carpa que hemos hecho para extender los movimientos y revelaciones de Dios para preservarlos, manipularlos, adueñarnos de ellos, controlar en ellos a otra gente y usar a la gente y al sistema para nuestra sórdida ganancia carnal. Hallamos consuelo en las restricciones que los muros que esta  iglesia levanta delante de nosotros. Podemos escondernos en ellos y sentirnos bien en ellos. Ampliamos los ganchos de esta carpa lo suficiente para dejar que otros que quieren caminar, hablar y vestirse como rostros, entren también a formar parte de todo esto.

Hablamos de formas muy extrañas de esta Cosa que llamamos iglesia. ¿A que iglesia vas? ¿Cuál es el nombre de tu iglesia? ¿Cómo ha ido la iglesia hoy? ¿Estás construyendo un anexo a tu iglesia? ¡Vaya iglesia que tuvimos en la reunión de oración anoche!

El pastor o el cura a menudo saluda a la muchedumbre el domingo por la mañana diciendo, “Buenos Días, Iglesia”. Estas declaraciones convierten a la iglesia en un edificio, una institución con un nombre, un servicio, una reunión, la clase de rato que pasamos juntos, y la gente.

La palabra “iglesia” como se usa en las traducciones en inglés del Nuevo Testamento se refiere al pueblo de Dios, pero ya no limitamos su significado a la gente. Si en realidad quisimos decir que el pueblo es la “iglesia” cuando usamos este término, estas mismas declaraciones tendrían que hacerse de esta forma: ¿A que vas? ¿Cómo se llama ? ¿Cómo ha ido hoy? ¿Estas construyendo un anexo a ? ¡Vaya que tuvimos en la reunión de oración anoche! No conocemos otra cosa e insistimos en la teoría de que nosotros, el pueblo redimido de Dios, somos la iglesia. Sin embargo, en la práctica no hacemos distinción entre el pueblo y esta Cosa que llamamos iglesia. Sin embargo, que la palabra iglesia se use así, de manera intercambiable, no es el problema. Sucede mucho más de lo que los ojos ven en este asunto.

La palabra iglesia, tal y como la usamos, habla de una unión mística, profana, ilegal, que incorpora edificios, instituciones, denominaciones, y gente. Se han fusionado todas ellas de tal forma y confundido entre sí, que perpetúan la peligrosa mentira de que esta Cosa que llamamos iglesia (edificios, instituciones, denominaciones, y la gente que se asocia con ellos), es la asamblea de Cristo de los-llamados-fuera. Esta Cosa que llamamos  iglesia parece buena en su apariencia externa, pero a menudo es controlada interiormente por hombres y mujeres que buscan con ambición, a menudo sin saberlo, algo para ellos mismos.
 
El Sistema de la Iglesia Ramera - Charle E. Newbold Jr.

15 de septiembre de 2012

CREYO EN DIOS Y LE FUE CONTADO POR JUSTICIA


Davis y Clark

La fe de Abraham se basaba en el oír de la fe. Tenemos la tendencia a creer, debido a años de condicionamiento evangélico, que el oír de la fe viene mediante la lectura de la Biblia. Durante años, los cristianos se han sentado pasivamente en los bancos de las iglesias escuchando decir a los predicadores de la Biblia, “La fe viene por el oír y el oír la Palabra de Dios”.
 
Leer la Biblia es maravilloso, pero éste no es el oír de fe porque Abraham no tenía Biblia. Entonces, ¿A qué se refiere? La respuesta la hallamos en el pasaje de arriba.
 
El oír de fe viene mediante la unión con Él, que da el Espíritu y obra en medio de vosotros. Cuando Abraham creyó en Dios, no estaba leyendo la Biblia sino escuchando a Dios por el Espíritu. Creyó lo que escuchó y le fue tenido por justicia, no por obras, sino por la fe.
 
El hombre religioso lucha para completar por sus propios esfuerzos lo que fue comenzado por Dios. Fue a los tales a quienes dirigió el juramento, “Juro en mi ira que no entrarán en mi reposo”.

 De la Ley al Reposo - Davis y Clark

EL DIA DEL SEÑOR, UN DIA DE OSCURIDAD


George Warnock

El día de la oscuridad es el resultado inevitable de la llegada de la gloria de Dios en medio de Su pueblo. Y así, por supuesto, hay tribulación, porque los que aborrecen la verdad ciertamente se levantarán en contra de la luz. No había ninguna reprobación por el pecado en la tierra hasta que Cristo entró en la escena. Pero cuando Él vino como Luz al mundo, los que amaban la oscuridad Le aborrecieron más intensamente, siendo Su propia presencia un mayor objeto de ira por parte de ellos.

Egipto no había conocido una hora de mayor oscuridad en su historia como el día de la redención del pueblo de Dios. Y al acercarse ese día, se nos dice: “Hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.” (Éxodo 10:22-23).

Y así, cada vez que el Señor se levantaba a favor de Su pueblo e iba delante de ellos contra el enemigo, siempre parecía haber un desdoblamiento de Su gloria con desolación y juicio: “Día oscuro y lúgubre…” ¿Por qué? Porque la “mañana” se “extiende sobre las montañas” como el “gran pueblo” de Dios se prepara para la batalla. Y “todos los rostros se ensombrecen…” ¿Por qué? Porque “delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden…” (Lee Joel 2:2-11).

Parece tan distinto a Dios; y parece tan distinto de Su pueblo que anda en verdad y amor. ¿Pero de qué va todo esto? Es un pueblo tan disciplinado por la Cruz y que camina en tal amor y verdad que se convierte en un tormento a los que caminan en oscuridad.
 
No pienses ni por un instante que la razón por la que vivimos en paz y contentamiento es porque nuestra sociedad es democrática. Es más bien PORQUE NOS FALTA LA GLORIA QUE ATORMENTA A LOS HACEDORES DE MALDAD. Nuestras débiles marchas y protestas son aceptadas por las masas como el derecho democrático del pueblo. Pero en ese día habrá persecución abierta. Y los juicios de Dios caerán cuando la espada afilada de la Palabra salga de aquellos corazones que han experimentado el rechazo, la humillación, la debilidad y la pobreza de espíritu.

No hay oscuridad ni mal en Dios. Pero cuando la luz es rechazada, hay oscuridad. Cuando el amor es rechazado, hay odio. Cuando la paz es rechazada (el Príncipe de Paz) hay guerra.

Leemos en las Escrituras como el sol se torna en oscuridad y la luna en sangre. Es porque Dios Se ha levantado de Su Santa morada (la Iglesia) para juzgar al mundo por su iniquidad.

“El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. Y Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra” (Joel 3:15-16). Pablo nos dice que el significado de que los cielos y la tierra  tiemblen es que Dios está sacudiendo todo lo que puede ser sacudido, para que permanezcan las cosas que no pueden ser sacudidas. (lee Heb. 12:27-28)

 ¿Quienes Sois? - George Warnock

MISTERIO BABILONIA, LA MADRE DE LAS RAMERAS


Davis y Clark

Aquí vemos el verdadero poder detrás del trono de Babilonia. Como Tiro y Sidón, el verdadero rey de Babilonia es Lucifer. Por la abundancia de sus mercaderías, fue lleno de violencia. El verdadero rey de Babilonia es el que dijo en su corazón, “Ascenderé al cielo, exaltaré mi trono por encima de las estrellas de Dios, me sentaré en el monte de la congregación, en las partes extremas del norte. Ascenderé a las alturas de las nubes. Seré como el Altísimo” (Isaías 14:13 -14). Esta es la descripción más exacta del espíritu del anticristo. Él es el verdadero opresor. El es el traficante de las almas de los hombres.

En Apocalipsis, leemos:

Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; 17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.” (Apocalipsis 13:16-17)

Creemos que es interesante el hecho de que la Gran Ramera y sus hijas, que hicieron ricos a los mercaderes del mundo con sus fornicaciones, sean introducidas solo cuatro capítulos después de la marca de la bestia—la marca necesaria para comprar y vender—mencionada en el capítulo trece. Están a la altura de sus coronas de oro en sus mercaderías.

Lo que es aún más notable es que el pueblo de Dios sea atrapado en este engaño (lee Apocalipsis 18:4). La ramera y sus hijas tomaron la marca de la bestia, o de lo contrario, no habría mercaderías entre ellas. Esta Gran Ramera y sus hijas son un tipo profético de la Cristiandad moderna (católica y protestante igualmente), y la mezcla en la que se ha convertido.

Una Investigación un poco más profunda de los capítulos diecisiete y dieciocho de Apocalipsis, deja todo esto como algo tan obvio. ¿Por qué otra razón podía el ángel de Dios clamar, “Salid de ella, pueblo mío y no participéis de sus pecados, no sea que también participéis de sus plagas”? ¿Oirá Su pueblo esta terrible advertencia? La Ramera y sus hijas siguen enriqueciéndose, aumentando en sus propiedades, mientras desplazan a Jesús. A sus propios ojos, no necesitan nada, ni siquiera a Jesús.

Lo que vemos de la iglesia caída en Laodicea es la forma embrionaria de la apostasía que seguiría después. Compara esta iglesia descrita en Apocalipsis 3:14-22 con la descripción de la Gran Ramera. Por causa de sus mercaderías y riquezas, piensa que no necesita nada. Considera las siguientes comparaciones:

MUESTRA LA CASA A LA CASA


Charles E. Newbold Jr.

Con mucho fervor, el hermano Leonardo, el predicador invitado, comenzó su mensaje pidiendo a la congregación que abrieran el Evangelio de Juan, capítulo 15. Afirmó inmediatamente que Jesús es la vid verdadera y que nosotros somos los pámpanos. Después hizo una sorprendente declaración diciendo que llevar fruto no era el asunto más importante en este pasaje; sin embargo, permanecer si lo era. “Llevar fruto” es mencionado cuatro veces”, afirmó, “mientras que permanecer es mencionado nueve veces”. Golpeó la frase repetidamente, “Tenemos que permanecer”, “Tenemos que permanecer”.
 
Esperé que terminara su frase diciendo, “debemos permanecer en la vid, que es Jesús”. Nunca lo hizo. Después lo vi venir. Tenía que decirlo. Era la abundancia de su corazón. Después de todo, era un hombre de iglesia. Se echó hacia atrás en el podio, apuntó con dedo acusador a sus insospechadas víctimas, y dijo, “El problema que tenemos en nuestra sociedad hoy, y especialmente en la iglesia, es que la gente no permanece. Van de iglesia en iglesia, y nunca hacen un compromiso con la iglesia o con el pastor”.

¿Creía sinceramente que permanecer en el sistema que llamamos iglesia es lo que significa permanecer en Jesús? ¿Creía que comprometerse con una iglesia o con el pastor, es lo mismo que comprometerse con Jesús? Su conclusión era una escandalosa mal interpretación de la Escritura, hablada para el beneficio del pastor local, cuya iglesia tenía una larga historia de pérdida de miembros. En lugar de liberar a los santos para tener una relación mucho mas profunda con su Señor, puso una trampa para esclavizarlos más y más a la Cosa que llamamos iglesia.

No es que deliberadamente se propusiera engañar al pueblo. En toda veracidad, se estaba engañando a si mismo. Todos hemos sido engañados. Mentidos. Seducidos. Este engaño ha sido pasado a través de generaciones de Cristianos, desde al menos el tercer siglo después de Cristo. Los que perpetúan este engaño son igualmente víctimas del mismo. Esta mentira es tan profunda y cruel que la hemos creído como la verdad. Ministramos muerte con este engaño, pensando que estamos ofreciendo vida.

Y peor aún, la gente esta perdiendo sin darse cuenta la oportunidad de su unión gloriosa con Cristo porque han recibido una falsa seguridad de su salvación. Este engaño profundo nos ha envanecido en importancia egoísta. Ha hecho que muchos creyentes abandonen su primer amor, Jesús. El diablo nos ha seducido para danzar con él a la vez que nos hacia pensar que estábamos danzando con el Señor.

 El Sistema de la Iglesia Ramera - Charles E. Newbold Jr.

"Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más"

Matthew Henry